martes, 22 de junio de 2010

Parte 1 - Capítulo 1 - Página 1




Nicolas caminaba con su mejor amigo Roberto, caminaban sin rumbo buscando algo que hacer, era la 1 de una tarde soleada de verano, caminaban sin rumbo alguno intentando encontrar algo que la vida les pusiera al frente. Al caminar por esa ciudad, aparentemente dormida, esa ciudad que no tenía movimiento mas que el de los trabajadores gubernamentales.

Ya llevaban cuatro horas caminando y hablando, incoherencias claro está, pasaron por varios parques, lagos y se sentaron en los mismos a hablar. Nicolas buscaba al hombre perfecto, Roberto a la mujer perfecta; ambos llevaban muchos años solos, ambos querían encontrar el amor, ninguno lo lograba. Muchas noches de copas, ambos acompañándose y conversando, hacían lo que fuera para distraerse de esa búsqueda interminable. Hoy, era uno de esos días, un plan más para distraerse; hoy en específico, Nicolas estaba deprimido, había sido un mal día y la noche anterior, en una fiesta, se encontraba rodeado de parejas.....

3 años ya Beto, 3 años y no puedo encontrar una persona que valga la pena, una persona que me haga sentir lo que una vez sentí - mencionó Nicolas con una voz pesada y triste mientras caminaban cerca de un lago.

Tranquilo, ya llegará, yo se que esa es la misma hablada de siempre y que todos usan para alentarnos, pero ya llegará, no te voy a decir que hoy ni que mañana porque sería mentirte, no se cuando, pero ahí vas a encontrar a alguien que te haga sentir bien, yo por otro lado nunca voy a encontrar a nadie - La voz de Roberto era pesada y triste, casi se podría decir que su tono era negro, mencionó estas palabras mientras tiraba una piedra al lago para hacerla rebotar.

Ya es mucho tiempo que llevamos solos y ya llevamos varios años en este círculo depresivo pensando en lo que no nos gusta y en lo que no tenemos y en el que tal si, ¡Ya es suficiente Beto! Tenemos que hacer algo para dejar de estar tan deprimidos, cada nada hablamos de esto... -Ambos se quedaron viendo hacia las ondas creadas por la piedra que Roberto tiró y compartieron un momento en silencio - Vamos, busquemos donde tomarnos una cerveza por acá.

Ambos caminaron de nuevo sin rumbo, hablando del trabajo, de los amigos, la casa, comida y cualquier otra banalidad para distraerse y dejar de pensar en esas situaciones que los mantenían tristes. Pasaron por una taberna que vieron abierta y se tomaron una cerveza, sentados en la barra del bar, compartiendo un cigarrillo con el bartender conversaron de sus historias más vergonzosas y de cómo más de una vez habían hecho el ridículo en público, el bartender mismo se unió a la conversación, se mantuvieron en este bar por alrededor de una hora.

Al ser las 2:30 de la tarde, le agradecieron al bartender por haberlos atendido como lo hizo, le pagaron, dejaron cada uno propina y se fueron. Siguieron caminando hacia donde el viento los llevara hasta que encontraron un ruido familiar.

Hey, ¿ese no es aquél DJ que estaba en el cumpleaños de Mariel? - Le mencionó Roberto a Nicolas con una mirada perdida en su rostro.
Pues tiene el mismo tipo de mezcla, ¿nos acercamos? - Dijo Nicolas con una sonrisa en la cara.
¡Vamos! - dijo Roberto sin dudar.

Mientras seguían la música y se acercaban a la fuente de este bello sonido, fueron recordando esa fiesta donde Mariel, y cada una de las fiestas a las que habían asistido por que ella los había invitado; fiestas épicas, les llamaban ellos, cada una de estas estaba llena de gente amigable y agradable, cada una de estas seguía por días y días, muchos ambientes, mucha gente, en varios bares al mismo tiempo y hasta en casas simultáneamente, toda la ciudad hablaba de estas fiestas, y ellos conocían a la persona que las organizaba, Mariel y su familia.

Cuando estaban tan cerca del sonido que ya sabían de adonde salía este, se miraron y sonrieron - ¡VAMONOS! - dijeron ambos en coro. Vieron una casa de proporciones ridículas, se podían ver 3 piscinas, una cancha de football, y una cancha basketball, además de una casa en la pura entrada totalmente abierta, era como un rancho con tres pisos y balcones, pudieron ver varias mesas de billar, ping pong, varios bares, hasta una tienda de ropa para playa o piscinas; en fin, era el lugar perfecto, barras con cerveza y cocteles por doquier, mucha gente, varios ambientes y mucha mucha mucha gente.

Al momento en que dejaron de admirar el lugar, Nicolas recibió una llamada - ¿Mari? ¿Adónde estás? - dijo asombrado cuando vio quién lo estaba llamando.

- ¿Por qué no me avisaron que venían? Osea, yo no los invité hoy porque creí que tenían uno de esos Nico-Beto días, en los que nadie se les acerca ni se le acercan a nadie. ¡Qué bueno verlos acá! - la voz dulce de Mariel era un alivio para Nicolas y su bolsillo, el sabía que si Mariel no hubiera estado ahí, cada cerveza les hubiese costado dinero.

Roberto le tocó el hombro a Nicolas y le señaló detrás de la reja de la mansión donde ocurría la fiesta y ambos vieron a Mariel sonriendo y moviendo la mano para saludarlos, ambos sonrieron y la saludaron de vuelta. Caminaron hasta la entrada, y Mariel salió un momento de la fiesta para abrazarlos a ambos y darles a cada uno un beso en la mejilla, el trio se volvió a unir; Mariel le hizo una señal al bouncer con la mano y les pusieron brazaletes a cada uno de ellos, se volvieron a ver y dijeron de nuevo en coro - ¡Entremos!

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